Los Ángeles son seres celestiales que, según la teología católica, son espíritus servidores y mensajeros de Dios, contemplando constantemente a Dios y ejecutando sus órdenes. También tienen la misión de proteger y guiar a los seres humanos a lo largo de su vida. La existencia de los ángeles es una verdad de Fe respaldada por la Escritura y la Tradición. Los ángeles pertenecen a Cristo, creados por y para Él, y son mensajeros de su plan de salvación.
Los Padres y Doctores de la Iglesia han reflexionado profundamente sobre la naturaleza y función de los ángeles, proporcionando una rica tradición teológica que sigue iluminando la fe católica hoy. San Agustín destacó que el término “ángel” refiere al oficio, no a la naturaleza. Los ángeles son espíritus, pero se les llama ángeles (mensajeros) debido a su función de transmitir los designios divinos. Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios, contemplando constantemente Su rostro y actuando según Su palabra.
Los ángeles han participado en la historia de la salvación, anunciando y sirviendo al designio divino desde la creación hasta la ascensión de Cristo, asistiendo misteriosa y poderosamente a la Iglesia a lo largo de su historia. En la liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar a Dios y celebra su memoria. Los ángeles rodean la vida humana desde el comienzo hasta la muerte, ofreciendo custodia e intercesión.
En la Santa Biblia, se presentan innumerables casos de la participación de los ángeles del Señor en la vida de los fieles. En Éxodo 23:20-23, Dios promete enviar un ángel para proteger y guiar al pueblo de Israel en su travesía por el desierto hacia la Tierra Prometida. En Lucas 2:8-14, Un ángel aparece a los pastores para anunciar el nacimiento de Jesús, proclamando paz y buena voluntad hacia los hombres. Este ángel, junto con una multitud del ejército celestial, celebra y proclama la buena nueva del nacimiento del Salvador.
En Mateo 18:10, Jesús advierte sobre el trato hacia los niños y menciona que “sus ángeles en los cielos siempre ven el rostro de mi Padre que está en los cielos”. Este pasaje sugiere que los niños tienen ángeles guardianes particulares que los cuidan y presentan sus necesidades ante Él Altísimo. Después de que Jesús fue tentado por el diablo en el desierto, los ángeles vinieron y le sirvieron, Mateo 4:11.
En Hechos 12:6-11, el apóstol Pedro está encarcelado y custodiado por soldados. Sin embargo, un ángel del Señor aparece para liberarlo. El ángel despierta a Pedro, hace que las cadenas caigan de sus manos y lo guía fuera de la prisión. También en Hechos 5:17-20, Los apóstoles fueron encarcelados por predicar el Evangelio, pero un ángel del Señor abrió las puertas de la prisión durante la noche y los liberó. El ángel instruyó a los apóstoles a continuar predicando en el templo. Estos casos muestran cómo los ángeles actúan para liberar a los siervos de Dios de situaciones peligrosas y les instan a continuar con su misión.
San Basilio afirmó que cada fiel tiene un ángel custodio como protector y pastor para guiar su vida. Esta creencia subraya la relación íntima y personal que los ángeles custodios establecen con los seres humanos. Santo Tomás de Aquino, en su Suma Teológica, enseñó que los ángeles custodios cooperan en todas las buenas obras que realizamos. Estos seres espirituales nos asisten en nuestra jornada de fe, ayudándonos a alcanzar la santidad y la salvación. Los ángeles, como criaturas puramente espirituales, poseen inteligencia y voluntad, superando en perfección a todas las criaturas visibles. San Bernardo nos anima a dar reverencia y confianza a estos guardianes invisibles, ya que están siempre presentes, nos guían con sabiduría y nos defienden en tiempos de tentación y peligro.
Los Ángeles Custodios son una parte integral de la tradición y teología católica, ofreciendo protección y guía divina a los creyentes. La Santa Biblia proporciona una base para la creencia en estos seres celestiales que acompañan a los seres humanos en su vida. La devoción a los ángeles custodios es una expresión de la confianza en la providencia divina y en la cercanía de Dios a través de sus mensajeros celestiales.
La enseñanza de los Padres y Doctores de la Iglesia sobre los ángeles custodios nos ofrece una visión consoladora y fortalecedora de estos compañeros celestiales. Estos seres luminosos nos guían, protegen e interceden por nosotros, acompañándonos en nuestro camino hacia la santidad y la unión con Dios. Su presencia constante es un recordatorio del amor y cuidado incesante de Dios hacia cada uno de sus hijos.
Iglesia Católica, “Catecismo de la Iglesia Católica” 328, 329, 331, 332-333, 334, 335